Se habla casi nada de la resistencia a la leptina, y mucho de la resistencia a la insulina, pero si queremos trabajar a beneficio de nuestra salud debemos poner especial atención a lo que provoca la resistencia a la leptina, al hacerlo tienes la mitad del juego de la salud optima ganada.

Ha habido pruebas con ratas donde les bloquearon el secretar la leptina y literalmente comenzaron a comer y no pararon de manera que colegas cientificos tuvieron que apartarlas de la comida, pues de no hacerlo, hubieran comido tanto hasta provocarse la muerte por sobre-alimentarse al punto que el cuerpo no pudiera resistir.

La leptina es una hormona que desempeña un papel crucial en la regulación del apetito y el metabolismo. Es producida por las células de grasa y ayuda a informar al cerebro sobre el estado de las reservas de energía del cuerpo.

Cuando comes alimentos ricos en glucosa, como los carbohidratos complejos, la insulina y la leptina trabajan juntas para ayudar a regular tu apetito. La insulina ayuda a que la glucosa entre en las células, y este proceso suele ir acompañado de una señalización adecuada de la leptina, que le dice al cerebro que estás obteniendo suficiente energía, lo que resulta en la sensación de saciedad.

Sin embargo, la fructosa, que es procesada principalmente en el hígado, no estimula la liberación de insulina en el páncreas de la misma forma que la glucosa. Y debido a que la respuesta de la insulina es más débil, la señalización de la leptina también puede verse afectada, lo que puede llevar a una menor sensación de saciedad después de comer. Esto puede resultar en un consumo excesivo de alimentos porque el cerebro no recibe una señal fuerte para dejar de comer.

Esta diferencia en cómo la fructosa afecta la liberación de leptina y la sensación de saciedad es una de las razones por las que el consumo excesivo de fructosa, especialmente en forma líquida como los jugos de frutas y bebidas «sin azucar» que presumen de no tener azúcar (sacaroza) pero están repletos de fructosa.

Además, hay estudios que sugieren que una alta ingesta de fructosa puede contribuir a la resistencia a la leptina, lo que significa que incluso cuando hay suficiente leptina en el sistema, el cerebro no responde a ella de manera efectiva, lo cual puede dificultar la regulación del peso.

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